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Hidrocarburos en Argentina, ¿Qué pasó en el 2022 y qué esperar para el 2023?

Si observamos las variables hidrocarburíferas del año que pasó, podemos ver crecimientos porcentuales de dos cifras en producciones, inversiones, reservas, precios, demanda y exportaciones. Más allá de que partimos de una base relativamente baja del 2021 (en recuperación de la postpandemia) y que es una ínfima parte del potencial que…

Si observamos las variables hidrocarburíferas del año que pasó, podemos ver crecimientos porcentuales de dos cifras en producciones, inversiones, reservas, precios, demanda y exportaciones.
Más allá de que partimos de una base relativamente baja del 2021 (en recuperación de la postpandemia) y que es una ínfima parte del potencial que tenemos, son buenas noticias.
Pero a pesar de estos crecimientos, el impacto sobre la macroeconomía durante el 2022 ha sido muy fuerte: la balanza comercial energética va a cerrar en menos 5 mil millones de dólares (dólares que salen del BCRA), nivel más negativo desde el año 2014, y los subsidios en 13 mil millones de dólares, nivel más alto desde el año 2015. La crisis energética internacional con precios récord de gas licuado nos ha afectado fuertemente y esto podría repetirse en 2023.
Este 2023, debería ser el año bisagra para los hidrocarburos en la Argentina. Se ampliará la capacidad de evacuación de Vaca Muerta: está anunciado que en el 2023 se volverá a exportar crudo a Chile tras rehabilitar el oleoducto OTASA (40 kbbl/d en 2023 y 110 kbbl/d a partir de 2024). También es el año que se inaugurará el primer tramo del Gasoducto Néstor Kirchner (11 MMm3/d en 2023 y 22 MMm3/d a partir de 2024).
Si hacemos un ejercicio sobre la balanza comercial energética para el año 2023 en el que aumentamos en volumen las exportaciones de petróleo y gas en un 30% en relación al 2022, disminuimos las importaciones de GNL en volumen un 30% (podría ser el efecto del gasoducto), mantenemos volúmenes de intercambio de gasoil, naftas y GLP al igual que el 2022 y usamos los precios actuales (bastante menores que el promedio 2022), la balanza pasaría de -5 a -2.5 mil millones de dólares aproximadamente. Continuando las expansiones, en 2024 ya se da vuelta y pasa a ser positiva. Obviamente esto depende de factores locales, internacionales y climáticos (en el 2022 llovió fuertemente en la cuenca del Paraná a diferencia del resto del país).
Para destacar también del año que pasó, el aumento de productividad en las operaciones de Vaca Muerta, la contractualización del gas de consumo local hasta el 2028 a través del Plan Gas, la recuperación del valor de la acción de YPF (se duplicó en un año a pesar de estar en valores de empresa bajos), el anuncio del Proyecto Fénix en Cuenca Austral Offshore y los pasos difíciles de la exploración offshore.
Nos queda pendiente pasar a ser un jugador regional de la energía (y por qué no mundial). Eso dependerá de la normalización de las variables macroeconómicas/de operación financiera y recuperar la confianza para que a los actores locales se sumen los internacionales.

Por Daniel Dreizzen

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